De acuerdo con la
teoría del paso del hombre por el estrecho de Bering a través del «Puente de
Beringia», durante la última glaciación, conocida con el nombre de Wurm por los
europeos y como Wisconsin por los americanos, Chile ubicado en el extremo
sudoeste de América del Sur, sobre el océano Pacífico fue la última zona de
América en ser ocupada.
La glaciación
Würm-Wisconsin, duró unos 50 000 años aproximadamente. Según los científicos,
el «Puente de Beringia» en condiciones de ser transitado duró unos 4000 años en
su primera etapa y 15 000 años en su segunda etapa. A partir de ahí, el hombre
fue hacia el sur hasta llegar al actual territorio chileno.
El territorio
actual de Chile fue el menos poblado de todo el continente americano, habitado
por diversos grupos indígenas antes de la llegada española. Al inicio, estos
estaban organizados en grupos tribales nómadas, en lo que se conoce como
sociedad primitiva, evolucionando luego hasta llegar a convertirse en
sociedades aldeanas sedentarias.
Los restos
arqueológicos más antiguos del país se encontraron en Monte Verde,[ ]cerca
de Puerto Montt, y datan del 14800 a. C.,[] convirtiéndolo en el primer
asentamiento humano conocido en América.[] Algunos restos encontrados en la
cueva Fell, un yacimiento arqueológico de Tierra del Fuego, el lugar habitado
más austral de Chile, indican que la presencia humana se remonta al 7000 a. C.
Los cambios
climáticos del 6000 a. C. alteraron drásticamente las costumbres de los paleo
indígenas chilenos que debieron adaptarse a un nuevo entorno: se formó el
desierto de Atacama, desaparecieron muchas especies y el océano Pacífico
delimitó las costas actuales. Estos indígenas debieron adaptarse a un clima
mucho más cálido del que estaban acostumbrados, por lo que muchos se
trasladaron desde el norte hacia las costas y el valle central. Así, se
formaron los principales grupos indígenas chilenos: atacameños y aimaras en el
norte grande, diaguitas en el norte chico, los changos en la costa
septentrional, la gran familia de los mapuches en el valle central hasta el
seno de Reloncaví y los tehuelches, chonos, alacalufes, onas y yaganes
en la Patagonia.
De algunos miles
de paleo indios existentes en el séptimo
milenio adC, la población aumentó hasta un millón doscientos mil
indígenas en el siglo XVI de nuestra era.[ ]Durante
el siglo XV
la cultura
de los pueblos indígenas sería influenciada por la expansión del Imperio
incaico sobre el norte del actual territorio chileno. Ésta comenzó
con el Inca
Pachacútec,
y fue culminada bajo la dirección de los incas Tupac Yupanqui
y Huayna Cápac.
Estos últimos avanzaron hacia el sur sometiendo a los pueblos aimaras,
atacameños, diaguitas y picunches y establecieron finalmente la frontera
meridional del Imperio al norte del río Maule
después de la batalla del Maule.[]
En tanto,
en la isla de Pascua se desarrolló una cultura de
características polinésicas muy avanzada pese a su aislamiento. El antiguo
pueblo rapa Nui desarrolló un sistema de escritura
desaparecido en la actualidad y construyó enormes esculturas conocidas como moais.[] Sin embargo, aproximadamente entre
los siglos XVI
y XVIII,
se produjo una crisis que provocaría una guerra civil, la cual arrasaría con la
mayoría de los vestigios de dicha civilización.
Descubrimiento:
Los primeros europeos en reconocer el actual
territorio chileno fueron los integrantes de la flota del portugués
Hernando de Magallanes, en su intento de circunnavegación del planeta bajo las órdenes
de Carlos I, rey de España.
Luego de zarpar desde San lúcar de Barrameda el 26 de
septiembre de 1519 y de reconocer gran parte de las costas brasileñas y argentinas,
Magallanes descubrió el estrecho que comunica el océano Pacífico
con el Atlántico el 1 de
noviembre de 1520.
Esta fecha es recordada por la historiografía chilena como la del descubrimiento del
territorio chileno. Magallanes nombró a dicho paso como estrecho de Todos los Santos, el que fue
posteriormente renombrado en honor de su descubridor.[]
Sin embargo, el
primer explorador de gran parte del territorio chileno fue Diego de
Almagro, socio de Francisco
Pizarro en la conquista del Perú.
Las disputas que tenía con Pizarro por el reparto de las riquezas del destruido
Imperio inca, principalmente por la posesión del Cuzco, le llevaron a
aventurarse a las tierras del sur. Almagro partió desde Cuzco en julio de 1535. Muchos historiadores
creen que una de las razones del viaje de Almagro fue el rumor de la existencia
de un reino mucho más rico que Perú hacia el sur llamado «El Dorado»,
rumor que podría haber surgido de forma intencionada como forma de disminuir
las huestes conquistadoras y así permitir una rebelión
nativa.
Tras recorrer el camino del
Inca, cruzando territorios correspondientes a las actuales Bolivia
y Argentina
septentrional, Almagro realizó el cruce de la cordillera de los Andes con funestos
resultados: gran parte de su comitiva falleció durante la travesía a causa de hipotermia.
Tras más de nueve meses, Almagro finalmente llegó al valle de Copiapó
el 21 de marzo
de 1536.
Almagro organizó
el reconocimiento de su gobernación denominada Nueva Toledo, como había sido llamado el
territorio cedido al conquistador por parte del monarca hispano,
sin encontrar las riquezas que tanto buscaba. Un enfrentamiento en Reino Huelén, en la confluencia de los ríos
Ñuble
e Itata,
entre los indígenas liderados por Vitacura y una de las patrullas española a
cargo de Gómez de Alvarado, es considerada la primera batalla de la denominada Guerra de
Arauco.
Decepcionado y
cansado del crudo viaje, decidió su regreso al Perú
en 1536,
tomando la ruta de Arequipa hacia el Cuzco, donde se rebelaría contra Pizarro.[]
Conquista:
En 1540,
Pedro de Valdivia, autorizado por Francisco
Pizarro, llevó a cabo una segunda expedición, con la cual se inició
el período de la Conquista. Al contrario de Diego de
Almagro, tomó la ruta del desierto de Atacama.[]
Al llegar al
valle de Copiapó,
tomó solemne posesión en nombre del rey de España de esta tierra y la nombró Nueva Extremadura,
en recuerdo a su tierra natal. Renovó la marcha hacia el valle del Aconcagua, donde el cacique Michimalonco
intentó detenerlo sin éxito. El 12 de febrero
de 1541
fundó la ciudad de Santiago a los pies del Cerro Santa Lucía, llamado Huelén en mapudungun.
A los pocos meses, Valdivia fue proclamado por el cabildo
como Gobernador y Capitán
General de Nueva Extremadura. Inicialmente rechazó el cargo, pero
finalmente lo aceptó el 11 de junio de 1541.[]
El 11 de
septiembre de 1541, Michimalonco lideró una emboscada a la recién
fundada ciudad de Santiago destruyéndola casi completamente.
Fundamental en la defensa de la ciudad fue Inés de Suárez.[]
En esta primera
etapa luchó contra los indígenas del norte del país, intentando consolidar la
dominación española en aquellos territorios; cuando dispuso de más tropas,
inició la ocupación de los territorios situados más al sur. También inició la
fundación de otras ciudades: Villanueva de
La Serena (1544),
La Concepción de María Purísima del Nuevo Extremo
(1550), La Imperial (1552), Santa María
la Blanca de Valdivia (1552), Santa María Magdalena de la Villa Rica y Los Confines de Angol (1553).[] En 1553, el país parecía
definitivamente pacificado, pero los mapuches, dirigidos por Lautaro
y Caupolicán,
iniciaron una insurrección; Valdivia perdió la vida en uno de los combates.[] El nuevo gobernador, García Hurtado de Mendoza y Manríquez
(1557),
posterior virrey del Perú (1589-1596), reconstruyó las
ciudades destruidas, pero no logró vencer totalmente la resistencia de los
indígenas.
Siendo gobernador
Rodrigo de Quiroga, el 16 de
diciembre de 1575,
un terremoto y maremoto asoló la zona sur,
destruyendo las ciudades de La Imperial, Villarrica, Valdivia
y Castro.
Estudios recientes calculan, a partir de las descripciones del fenómeno y daños
producidos, una magnitud cercana a los 8,5 grados en la escala de
Richter.[]
En 1598, los mapuches se
levantaron nuevamente y se produjo el Desastre de Curalaba, que casi acabó con
el intento de colonización de Chile. Las ciudades al sur del río Bíobío
fueron destruidas, con excepción de Castro.
Tras sucesivos
combates de la Guerra de Arauco, se estableció una frontera tácita entre la colonia española y las
tierras bajo dominación mapuche en el río Bíobío,
desde donde iniciaron después peligrosas revueltas.
Finalizada la
denominada Conquista, se inició un periodo que abarcaría más de dos siglos,
durante los cuales se extendería y consolidaría la dominación española en el
territorio, sólo resistida por los mapuches.
El «Reino de Chile» constituía
administrativamente una Gobernación y Capitanía General con capital en Santiago.
Al frente del mismo se encontraba el gobernador y capitán
general, asesorado por la Real Audiencia, presidida por el mismo
gobernador, razón por la cual se le denominaba indistintamente presidente o
gobernador. La Audiencia, además de servir de órgano consultivo del gobernador,
tenía las funciones de tribunal de apelaciones
del reino.
A partir de la
destrucción de las ciudades y villas del sur del territorio a fines del siglo
XVI, el control efectivo ejercido por los españoles se reducía al Valle Central hasta el río Bíobío.
Al este de la Cordillera de los Andes, el territorio chileno incluía el Corregimiento de Cuyo, conformado por la
parte poblada de las actuales provincias argentinas de Mendoza, San Juan y San Luis. Cuyo fue separada de Chile en el
año 1776,
para incorporarse al recientemente creado Virreinato del Río de la Plata.
En teoría, incluía también amplios territorios en la actual Patagonia argentina, en los cuales no se
establecieron poblaciones permanentes.
El rey Felipe II sujetó al gobernador a la vigilancia
del virrey del Perú, al expresar en una real cédula
de 1589
que debía «guardar, cumplir y ejecutar
sus órdenes, y avisarle de todo lo que allí se ofreciese de consideración».
A partir de dicha norma, los virreyes entendieron que la relación entre ambos
era de efectiva dependencia; sin embargo, en algunos casos, la relación del
gobernador fue directa con el rey
y en otras pasó por el virrey del Perú.
La base de la
relación fue la real cédula antes mencionada; no obstante, hubo
otras posteriores que perfilaron el tipo de relación efectiva entre la
capitanía y el virreinato. Por ejemplo, mediante reales cédulas, se autorizó a
los virreyes a intervenir en Chile sólo en caso de «alboroto y tumulto». Se facultó a los virreyes a poner en
práctica estrategias militares en la guerra de
Arauco (guerra defensiva) y después se ordenó directamente al
gobernador de Chile a implantarlas (guerra ofensiva). También se facultó a los
virreyes para remover al gobernador, atribución que les fue posteriormente
negada.
Respecto a los
recursos militares (armas,
soldados,
etc.) y el abastecimiento comercial, la capitanía dependió
del virreinato. La administración de justicia de la capitanía
era autónoma del virreinato, salvo la inquisición,
que correspondía a un delegado de Lima,[21]
y los juicios de comercio, que dependieron del consulado de Lima
hasta 1795.
En lo gubernativo, la relación fue fluctuante, dependiendo del periodo, las
instrucciones que enviaba el rey e incluso las personalidades de las
respectivas autoridades (virreyes y gobernadores) y no hubo nunca una anexión
formal de la capitanía al virreinato. Además, en ciertos periodos, por
cuestiones estratégicas de seguridad del virreinato –por ejemplo, ante amenazas de corsarios
los virreyes intervinieron directamente en el gobierno de Chile, incluso por
propia iniciativa. Asimismo, algunos gobernadores acostumbraron consultar o
pedir instrucciones sobre temas urgentes al virrey, por la gran distancia que
los separaba del rey, que se encontraba en España.
Finalmente, en 1798, a propósito de una
disputa entre el virrey O’higgins y el gobernador Avilés, el rey Carlos III declaró que Chile era
independiente del virreinato «como
siempre debió entenderse».
La Guerra de
Arauco tendría, a lo largo de la colonia, diversas etapas de alta
beligerancia y otras más pacíficas: guerra ofensiva, guerra defensiva y
parlamentos. Además, los gobernadores españoles tuvieron que enfrentarse,
durante la segunda mitad del siglo XVII, a las repetidas incursiones de corsarios
ingleses.
Para el sostenimiento del ejército se estableció, en 1600, el real situado,
una subvención de la corona pagada con cargo al tesoro del virreinato del Perú.
La situación geográfica de Chile, apartado de las
principales rutas terrestres y marítimas, fue uno de los inconvenientes más graves con que
tropezó la colonización del país. Esto, sumado al
constante estado de guerra en que se encontraba la capitanía, convirtieron a
Chile en una de las zonas más pobres del Imperio
español en América. Los intercambios con el Perú fueron la base de
la actividad comercial de la capitanía; posteriormente, aunque estaba
legalmente prohibido, se establecería un comercio regular con Buenos Aires.
El siglo XVII
se ha caracterizado económicamente como el siglo
del sebo,
pues este artículo, junto al charqui y el cuero, se convirtió en el principal producto de exportación al
Perú, lo que permitió la obtención de importantes dividendos a una economía
precaria, de escasa capacidad de producción en áreas diversas a la ganadería.
A su vez, el siguiente siglo, el XVIII,
ha sido llamado el siglo del trigo, ya que en
éste se formó una nueva estructura social agraria, que permitió un amplio
desarrollo de la agricultura y una importante cantidad de exportaciones de este
cereal al virreinato. De hecho, a partir de 1687, Chile se convirtió
en el «granero del Perú», pues en esa fecha el virreinato fue asolado por una
plaga que afectó gran parte de sus valles cultivables. También se desarrolló la
minería,
con algunos yacimientos de cobre, oro
y plata.
Aunque existía un
sistema de monopolio,
el contrabando
se activó en forma ostensible durante el siglo XVIII, con la llegada de naves
procedentes de Estados Unidos, Francia
e Inglaterra.
Sólo el establecimiento de la libertad de comercio
con España,
en 1778,
permitió un intercambio más continuo con la metrópolis.
Durante este
periodo, se produjeron varios terremotos de gran magnitud. Entre otros, el ocurrido el 13 de mayo
de 1647,
que destruyó gran parte de la ciudad de Santiago;
el
de 15 de marzo
de 1657,
que dañó totalmente a Concepción y generó un tsunami;
y el de 8 de julio
de 1730
que volvió a dañar seriamente a Santiago y Valparaíso.
Independencia de Chile:
El año 1808, el Imperio
español vivía en un creciente estado de agitación. A Chile llegaron las
noticias de la invasión napoleónica a España
y el cautiverio de Fernando VII, en la época que había
asumido García Carrasco como
gobernador de Chile. Después de un bullado caso de contrabando, éste renunció
en 1810.
El militar más antiguo de Chile en esa época era Mateo de Toro y Zambrano, que por esa
razón debió tomar interinamente el mando. Por esa época se había propagado
fuertemente entre los criollos el movimiento juntista, es decir, el de
reemplazar la gobernación española por una junta de notables que conservara el
gobierno mientras durara el cautiverio del soberano.
El gobernador aceptó la convocatoria a un cabildo
abierto para decidir el establecimiento de una junta de gobierno.
Así, el 18 de septiembre de 1810, se formó la Primera Junta Nacional de Gobierno,
de la cual fue nombrado presidente el mismo Toro y Zambrano.
Patria Vieja:
Tras el
fallecimiento de Toro y Zambrano, el liderazgo político fue asumido por Juan Martínez de Rozas, bajo cuyos
auspicios fue convocado el Primer Congreso Nacional.
Tras aplastar la contrarrevolución de Tomás de Figueroa, se celebraron las
elecciones, de las cuales surgió una amplia mayoría de diputados de tendencia
moderada, que propugnaban una mayor autonomía sin llegar a la separación
completa del Imperio español; por su parte, la minoría de los exaltados
predicaba la independencia absoluta e instantánea.
En un comienzo,
el gobierno transitorio establecido se mantuvo sin intenciones
independentistas. Sin embargo, con el correr de los meses tomó otros rumbos,
especialmente, al acceder al poder José Miguel Carrera. Se dictaron los primeros textos constitucionales y
leyes propias, y se crearon nuevas instituciones, como el Instituto Nacional, la Biblioteca Nacional y el primer periódico
chileno, la Aurora de
Chile.
La historia de
los años que siguió a la llegada de Carrera al poder fueron de constante
enfrentamiento entre el sector exaltado, que seguía a éste, y los sectores
independentistas moderados, liderados por José Miguel Infante y posteriormente por Bernardo O'Higgins.
Reconquista:
A su vez, con la
llegada de tropas realistas enviadas por el virrey del
Perú, José Fernando de Abascal y Sousa
(1806-1816), se inició la Guerra de la Independencia.
Con el apoyo de adherentes locales a la causa realista, lograron controlar gradualmente
el sur del país, mientras los desencuentros entre los partidarios de Carrera y
de O'Higgins aumentaban, minando su capacidad de resistencia. Finalmente, los
realistas derrotaron completamente a las tropas patriotas
en la batalla de Rancagua, el 2 de octubre
de 1814.
Todo Chile cayó
en manos realistas, completando la Reconquista Española. En esta etapa se
restauraron las instituciones coloniales, con los gobiernos de Mariano
Osorio y Casimiro Marcó del Pont. Si bien contaron
con importantes apoyos locales, la crueldad con que los patriotas fueron
perseguidos pronto les enajenó simpatías.
Parte de la
población chilena emigró
a Mendoza, en la Argentina,
mientras el resto se acomodó al retorno a la antigua situación dependiente de
España. Algunos grupos sostuvieron una resistencia solapada, como el dirigido
por Manuel Rodríguez, que colaboró con el
gobernador de la Provincia de Cuyo, José de San Martín, que planeaba una expedición
para recuperar Chile para el bando independentista.
Al llegar a
territorio argentino, las tropas se incorporaron al Ejército de los Andes, formado por el
general San Martín; las milicias chilenas quedaron bajo el mando de Bernardo O’higgins.
Patria Nueva:
En los primeros
días del año 1817,
el Ejército de los Andes, que contaba inicialmente con 4000 hombres y 1200
milicianos de tropa de auxilio para conducción de víveres y municiones, cruzó la cordillera de los Andes, y el 12 de febrero
de 1817,
derrotó a las tropas realistas en la batalla de Chacabuco, dando inicio al
perído denominado "Patria Nueva".
O'Higgins fue
nombrado Director Supremo y el 12 de febrero
de 1818,
primer aniversario de la batalla de Chacabuco, declaró formalmente la
independencia de Chile. La misma tendría su confirmación bélica con la victoria
del ejército patriota en la batalla de Maipú, el 5 de abril
de ese año.
Bajo su gobierno
se realizaron diversas obras de infraestructura, se organizó la Expedición Libertadora del Perú,
se produjo la captura de la ciudad de Valdivia
que aún se encontraba en manos españolas por parte del almirante
Thomas
Cochrane,[ y se
promulgaron dos cartas fundamentales, la Constitución
de 1818 y la Constitución de 1822. Pese a su
participación en la Independencia y sus logros en el gobierno, O'Higgins se
ganó la antipatía del pueblo debido a su autoritarismo, sus intentos de
mantenerse en el poder indefinidamente y las acusaciones de los carrerinos en
el sentido de que había ordenado la muerte de los Carrera y de Manuel Rodríguez debido a la influencia de la Logia Lautaro.
Para evitar una guerra civil, O'Higgins renunció el 28 de enero
de 1823,
y en julio del mismo año se exilió en el Perú.
Organización de
la Republica:
Tras la renuncia
de O'Higgins, el país entró en un largo período de inestabilidad política que
duró toda una década.
El general Ramón Freire, que asumió como Director Supremo siendo asesorado por Juan Egaña,
se dedicó a acabar con el último foco de resistencia colonial en Chiloé,
pero el constante desorden político en que se encontraba el país fue un grave
obstáculo para su gobierno. Como forma de solucionar dicho problema fue
redactada la Constitución Moralista de 1823. Sin embargo, su
complejidad generó un gran rechazo en la población que, sumado a la crisis
económica imperante, provocó la caída del gobierno de Freire.
En un ambiente
dominado por las rencillas entre los grupos políticos, Manuel Blanco Encalada fue elegido como el primer
Presidente de Chile. Su corto gobierno estuvo
marcado por el dominio del grupo federalista
y la promulgación de las Leyes Federales de 1826. Pero nuevamente esta
legislación fue rechazada, lo que provocó un caos en el país. Blanco Encalada
renunció y se estableció una sucesión de presidentes de cortos períodos de
gobierno.
En 1828, Francisco Antonio Pinto logró aprobar la Constitución
de 1828 de corte liberal. En elecciones, Pinto fue reelecto, pero se le
acusó de fraude electoral. Además, el Congreso Nacional designó a Francisco Ramón Vicuña como
vicepresidente, cargo que debía ser electo por votación popular. Esto provocó
el levantamiento del ejército a cargo de José Joaquín Prieto, que controló rápidamente
el sur de Chile, dando inicio a la Revolución de 1829.
Pinto y Vicuña
renunciaron para evitar la Guerra Civil, pero ya era demasiado tarde. La unión
entre conservadores (pelucones), estanqueros y
o'higginistas, tras la batalla de Ochagavía, produjo la caída del
régimen liberal y se instauró un gobierno revolucionario a cargo de José Tomás Ovalle. Finalmente, la batalla de
Lircay otorgó la victoria definitiva de los revolucionarios,
causando el fin del régimen liberal.
Republica
Conservadora:
José Joaquín Prieto, tras salir victorioso en
la Revolución, asumió como presidente de la República en 1831. Junto a él, el poder
de Diego
Portales se acrecentó de tal forma que se convirtió en el hombre más
importante del país.[48]
Siguiendo la
ideología de Portales, de carácter autoritario «gobierno obedecido, fuerte,
centralizador, respetado y respetable, impersonal, superior a los partidos y a
los prestigios personales», fue promulgada la Constitución
de 1833, la que entregaba fuertes poderes al presidente de la República, electo por sufragio censitario por un período de 5 años y
reelegible por otros 5. Esto permitió que el país acabara con el período de anarquía
de los años anteriores, estableciendo un período de estabilidad (sólo rota
momentáneamente por las revoluciones de 1851 y 1859), sentando las bases institucionales en
que se desarrollaron los posteriores regímenes, y comenzando a recuperarse de
la crisis económica.
El descubrimiento
del mineral
en Chañarcillo
y la venta de trigo
hacia mercados externos comenzaron a otorgar riqueza al país. Sin embargo, la
rivalidad de los puertos de Valparaíso
y el peruano del Callao,
por el dominio del Pacífico se agravó con la creación de la Confederación Perú-Boliviana de Andrés de Santa Cruz. Portales, uno de los
más férreos enemigos de esta confederación, fue uno de los promotores de la Guerra contra
la Confederación Perú-Boliviana. En su cargo de Ministro de Guerra,
logró que el Congreso declarara la guerra el 28 de
septiembre de 1836. Gran parte del pueblo y del ejército no estaba
convencido de ir a la guerra. Sin embargo, el asesinato del mismo Portales, el 6 de junio
de 1837,
fue el aliciente necesario para la participación en la guerra y la victoria en
la batalla de Yungay al mando del general Manuel Bulnes,
el 20 de enero
de 1839.[]
En 1841, Bulnes fue elegido
como sucesor de Prieto. Durante este período, la economía chilena siguió en
auge. Se inauguró la Universidad de Chile y comenzó un apogeo
de la cultura con la Sociedad Literaria de 1842 de José Victorino Lastarria y Francisco
Bilbao, entre otros. Además, se dio inicio a un período conocido
como Época de Expansión con el
establecimiento de una colonia en el Estrecho de Magallanes. Al fin de su
mandato, un intento revolucionario para evitar la asunción de Manuel Montt,
fue aplacado tras la batalla de Loncomilla, el 8 de
diciembre de 1851.
Junto a su ministro,
Antonio Varas,
Montt siguió la senda de su predecesor. Se construyeron ferrocarriles,
puentes
y carreteras,
se elaboró el Código Civil de Andrés Bello
y se dio inicio a la colonización del sur de Chile, a través de
la inmigración alemana en las regiones de Valdivia y Llanquihue, coronada con la fundación de Puerto Montt.
Sin embargo, la
estabilidad del régimen conservador comenzó a tambalear. La cuestión del Sacristán dio origen a un
conflicto entre la Iglesia Católica y el Estado, dejando
a Montt en una encrucijada. Ante esta situación, muchos conservadores se
alejaron del presidente y se unieron a los opositores al gobierno, dando origen
a la Fusión Liberal-Conservadora. Antonio
Varas, representando al Partido
Nacional (Montt-varista)
finalmente fue derrotado por la Fusión Liberal Conservadora en 1861.
Republica
Liberal:
José Joaquín Pérez asumió como Presidente en 1861, como candidato de
unidad y con él se acabó el período llamado "Época de los Decenios", debido a la duración del
mandato de los Presidentes Prieto, Bulnes, Montt y Pérez.
Una de las
primeras situaciones que debió enfrentar Pérez fue la Guerra contra España. La guerra comenzó
como un conflicto diplomático entre Perú y España, nacido del llamado incidente de Talambo, una pelea entre
individuos de las dos naciones que acabó con varios heridos y dos muertos, uno
español y el otro peruano. Una escuadra enviada desde España con una misión
diplomática y científica protestó por la muerte de su compatriota y exigió un
castigo para los culpables. La falta de entendimiento entre el enviado español
y el gobierno peruano, unido a la información errónea proporcionada por el primero
a la Escuadra, llevó a la ocupación española el 14 de abril de 1864 de las peruanas islas Chincha,
fuente de ingresos muy importante para aquel país. La firma el 2 de febrero de 1865 del Tratado Vivanco-Pareja, por el que Perú se
comprometía a pagar una indemnización fue rechazada por la opinión pública
peruana, dando comienzo a una sublevación militar que llevaría al derrocamiento
del presidente constitucional y al ascenso al poder del coronel Mariano Ignacio Prado el 28 de noviembre
del mismo año. Un mes antes, Chile había declarado la guerra a España. El 14 de
enero de 1866
se firmó el Tratado de Alianza
ofensiva y defensiva, celebrado entre las Repúblicas de Perú y Chile por
el que ambos países unieron sus fuerzas contra España.
Entre las
acciones bélicas más importantes, destacaron el combate de
Papudo (26 de noviembre de 1865), que tuvo como
resultado la captura de uno de los buques españoles y condujo al suicidio del Comandante
General de su Escuadra; el bombardeo de Valparaíso (31 de marzo de 1866), que supuso unas
pérdidas millonarias para el comercio chileno; y el combate del Callao (2 de mayo de 1866), en el que la flota
española se enfrentó a las defensas de este puerto peruano con resultado
indeciso.
El período de
expansión iniciado durante el gobierno de Montt continuó durante el mandato de
Pérez. En el norte de Chile, comienzó la inversión para la explotación de
minerales (salitre
y cobre)
en la zona de Antofagasta, bajo administración boliviana.
Al mismo tiempo, el francés Orélie Antoine de Tounens declaró la
independencia del Reino de la Araucanía y la Patagonia.[55]
Aunque este estado nunca fue instalado definitivamente, generó en el país la
idea de controlar finalmente dicha región bajo dominación indígena. En 1865, una ley
interpretativa de la Constitución estableció la libertad de cultos y en 1867 comenzó a regir el Código de Comercio.
En 1871 asumió como
Presidente Federico Errázuriz Zañartu. Durante su
gobierno se acabó la Fusión Liberal-Conservadora y se crea la Alianza Liberal, al unirse los liberales
con el Partido Radical. Durante el Régimen
Liberal se realizaron diversas modificaciones a la Constitución de 1833: se
redujo el quórum
de sesión de las cámaras del Congreso, se limitaron las facultades
presidenciales y se flexibilizó la acusación a los ministros
por parte del Congreso, el que comenzó a tener más atribuciones. Además,
comienzaron a tratarse las "cuestiones teológicas" o relacionadas con
las Iglesia. Se aprobó el Código Penal en 1874 y la Ley de organización
y atribuciones de los tribunales en 1875, que suprimía el fuero eclesiástico y los recursos
de fuerza.
En 1879, los roces diplomáticos
entre Chile y Bolivia por la administración de la frontera norte del país y de
los intereses chilenos en las minas salitreras
provocaron el desembarco en Antofagasta,
del 14 de febrero, dando inicio a la Guerra del Pacífico, el mayor conflicto bélico
de la historia del país. Tras la ocupación de los territorios de Antofagasta,
Chile se enfrentó en el mar a Perú, aliado de Bolivia en 1873, se había
suscrito el tratado de Alianza Defensiva
Perú–Bolivia, por lo que Chile declaró la guerra a ambos el 5 de abril
de 1879, y acabó con la ocupación de los territorios de Tarapacá, Arica y Tacna, a mediados de 1880. Bolivia se retiró de
las acciones militares en mayo de ese año, y Chile logró entrar en Lima tras la batalla de Miraflores, el 15 de enero de 1881.[61]
La guerra finalmente acabó con la firma del Tratado de Ancón, del 20 de octubre de 1883.
La victoria
chilena sobre los países aliados permitió la expansión del territorio nacional
anexando Tarapacá, Arica, Tacna y Antofagasta. Paralelamente, la zona de la Araucanía había sufrido un proceso de lenta
incorporación a través de la construcción de fuertes, instalación de colonizadores
y tropas militares y la realización de parlamentos, logrando la Pacificación de la Araucanía en 1881. En 1888 fue también
incorporada la Isla de Pascua. Por otra parte, Chile renunció
a su reclamación sobre el territorio de la Patagonia
Oriental y de la Puna de
Atacama, y aceptó la soberanía de la Argentina en ellos tras el tratado de
1881.
Los nuevos
territorios incorporados provocaron un explosivo auge económico en el país
derivado principalmente de la minería del salitre, recuperándose así de la
crisis económica de los años 1870. Diversas firmas europeas,
principalmente británicas se instalaron en el extremo norte
del país, explotando los nitratos. La riqueza producida por el "oro blanco"
sustentaba el 75% de los ingresos fiscales y la totalidad de la economía
nacional.
José Manuel Balmaceda fue electo
presidente en 1886.
Aprovechando los dividendos provenientes de la explotación salitrera, el
gobierno de Balmaceda se caracterizó por la modernización completa del sistema
económico, educacional y sanitario, y la construcción
de grandes obras civiles, como ferrocarriles
a lo largo de todo el país y el viaducto del Malleco. Durante su gobierno,
trató de unificar a los liberales en torno a su figura, pero la división se
profundizó, imposibilitando el normal desarrollo de su mandato. Era común que
el Congreso acusara constitucionalmente a los ministros, paralizando el normal
desarrollo del gobierno de Balmaceda. Además, sumó como enemigos a los líderes
conservadores, a la aristocracia y a los empresarios salitreros.
La fuerte
oposición a Balmaceda se concretó cuando el Congreso no aprobó la Ley de Presupuestos
del año 1891.
Balmaceda declaró, el 1 de enero, que se prorrogaría el presupuesto del año
anterior y que el Congreso no se reuniría hasta el mes de marzo. Ese mismo día,
el Congreso consideró ilegítima la actitud del presidente y declaró su destitución. La
armada
se adhirió a los parlamentarios, mientras el ejército declaró su lealtad al primer mandatario, dando inicio a la Guerra Civil de 1891.
El 12 de abril
fue declarado un gobierno paralelo en Iquique
liderado por Ramón Barros Luco y el almirante Jorge Montt.
Rápidamente, las tropas congresistas derrotaron en el norte a los
balmacedistas. Tras las batallas de Concón (20 de agosto) y Placilla (28 de agosto), las tropas
revolucionarias lograron entrar en Santiago, acabando una guerra civil que
produjo entre 5000[72]
y 10 000 muertos. Balmaceda, refugiado en la embajada de Argentina, se suicidó
el 19 de septiembre, al día siguiente de la fecha legal del término de su
mandato.
Republica Parlamentaria:
La victoria de
las tropas congresistas en la Guerra Civil, permitió el establecimiento de un
sistema político conocido como República Parlamentaria,
dominado principalmente por la oligarquía
compuesta por los grandes terratenientes, la burguesía minera y bancaria y la aristocracia
chilena.
Aunque no se
estableció un sistema parlamentario propiamente tal, el Congreso Nacional dominó la política
nacional y el Presidente se convirtió en una figura prácticamente decorativa,
sin autoridad y supeditado a la decisión de las mayorías parlamentarias, por lo
que era incapaz de hacer aprobar las reformas que el país requería. Los
gabinetes ministeriales eran constantemente censurados por el Congreso y debían
presentar su renuncia inmediatamente, produciéndose una rotativa ministerial
que imposibilitaba un adecuado gobierno. Por ejemplo, el gobierno de Germán Riesco
tuvo un total de 17 gabinetes y 73 ministros en un período de 5 años.
Durante estos años, el progreso del país continuó
debido a la riqueza que producía la minería del salitre, lo que permitió la
construcción de algunas obras como el Ferrocarril Trasandino y el Museo Nacional de Bellas Artes,
en conmemoración del Centenario de la Independencia. Sin embargo, la economía
nacional debió sobreponerse al destructor terremoto que asoló al
puerto de Valparaíso, el 16 de agosto
de 1906.
A nivel
internacional, mediante arbitraje británico, se resuelven los problemas
limítrofes que se mantenían con Argentina en la zona austral de los Andes
debido a que la aplicación de los criterios del divortium aquarum (divisoria de aguas),
defendido por Chile, y de las más altas cumbres, sustentado por Argentina, no
coincidían en la zona. Al mismo tiempo, ambos países junto a Brasil firman
el denominado Pacto ABC
para establecer mecanismos de cooperación y de mediación entre dichos estados
y, de cierta forma, contrarrestar la creciente influencia estadounidense en la
zona. En esos años se produjo el estallido de la Primera Guerra Mundial, respecto de la
cual Chile decidió mantenerse neutral.
Sin embargo, a lo
largo de las primeras dos décadas del siglo XX,
comenzó a manifestarse el descontento de la ciudadanía por la mala situación.
La fuerte migración de campesinos a las ciudades hizo que los migrantes
debieran someterse a paupérrimas condiciones de vida, hacinamiento y problemas
sanitarios. La mortalidad en 1895 era del 31‰: 30 000 personas fallecieron de viruela
en 1909
y 18 000 por tifus,
mientras el analfabetismo superaba el 68% de la población. Por otra parte, las
condiciones laborales, tanto en las ciudades como en las oficinas
salitreras, eran vergonzosas. Mil personas fallecían en accidentes
laborales cada año. Más toda esta situación era minimizada y desconocida por
los dirigentes. Como forma de mejorar esta situación, a partir de los años 1900
comenzó a hacerse patente la llamada Cuestión Social con
las primeras huelgas de trabajadores exigiendo condiciones básicas para su
desarrollo laboral. Las primeras reformas laborales surgieron recién a mediados
de esa década; ejemplo de ello es que sólo en 1907 fue implantado el
descanso dominical.
Muchas de estas protestas acabaron trágicamente por la represión militar en
contra de los trabajadores, siendo la más conocida la Matanza de Santa María de Iquique.
La fundación de sindicatos, mutuales y del Partido Obrero Socialista
(1912) permitió
el desarrollo del movimiento obrero a nivel nacional. Las protestas comenzaron
a volverse cada día más grandes y más violentas, demostrando la incapacidad de
la clase dirigente para enfrentar los problemas que la nueva sociedad
industrial estaba imponiendo.
En 1920, la unión de las
fuerzas populares y la clase media permitió la elección de Arturo
Alessandri como Presidente. Éste propuso al Congreso la adopción de
leyes muy avanzadas en materia social, pero esos proyectos encontraron una
tenaz oposición en el Senado. El descontento por el rechazo a las
reformas se manifestó en el Ruido de sables de 1924, realizado por la
joven oficialidad del ejército que, en una sesión del
Congreso en que se debatía la dieta parlamentaria (remuneración), hicieron
sonar sus sables
como forma de demostrar su molestia, lo que además fue interpretado como una
amenaza de golpe de estado. Ante esta situación, el
Congreso aprobó velozmente las leyes sociales, creyendo que los militares
volverían a sus labores propias. Sin embargo, ello no sucedió: sintiendo
Alessandri que su poder había sido sobrepasado, presentó su renuncia al
Congreso, asilándose en la embajada de Estados
Unidos. El Congreso rechazó su renuncia y le autorizó para
ausentarse del país por seis meses. El 10 de septiembre Alessandri abandonaba
el país, rumbo a Italia.
El poder quedó a cargo de los
militares,
que constituyeron una Junta de Gobierno, la cual sin embargo no logró controlar
la situación. El 11 de septiembre la junta decretó la disolución del Congreso
Nacional, tras 93 años de funcionamiento ininterrumpido. El 23 de enero del año
siguiente se forma una nueva junta. A los pocos meses, se solicitó el regreso
de Alessandri. Al volver, el 20 de marzo de 1925, se encuentra con la
aparición de un nuevo caudillo militar, Carlos Ibáñez del Campo. Alessandri
decidió realizar cambios profundos al sistema político nacional: logró crear el Banco Central de Chile y la aprobación
mediante un plebiscito de una nueva Constitución, que fue promulgada el 18 de
septiembre de 1925.
Con esta Constitución, el poder volvía a ser ejercido efectivamente por el
Presidente de la República, dando fin al gobierno parlamentario y estableciendo
un régimen presidencial.
Republica
Presidencial:
Desde agosto de 1973, la Armada
y la Fuerza Aérea (FACh) preparaban un golpe de
estado contra el gobierno de Allende, lideradas por el vicealmirante
José Toribio Merino y el general Gustavo Leigh.
El 21 de agosto,
Carlos Prats había decidido renunciar al puesto de Comandante en Jefe luego de
manifestaciones en su contra de las esposas de los generales. En su reemplazo,
asume Augusto Pinochet el día 23,
considerado como un general leal y apolítico. El 22 de agosto,
la Cámara de Diputados había aprobado un
acuerdo en que se convocaba a los ministros militares a solucionar "el grave quebrantamiento del orden
constitucional" (el "Acuerdo de la Cámara de Diputados sobre
el grave quebrantamiento del orden constitucional y legal de la
República").
Altamirano es
advertido de un posible golpe de estado por parte de la Armada y éste lanza un
discurso incendiario convocando a que Chile se convertirá en un "segundo Vietnam
heroico", mientras se inicia un proceso de desafuero contra
Altamirano. El 7 de septiembre, Pinochet es convencido por
Leigh y Merino y se une a los golpistas, mientras en Carabineros, sólo César Mendoza,
un general de baja antigüedad, estaba a favor.
El día 10 de
septiembre, la Escuadra zarpa como estaba previsto para participar
de los ejercicios UNITAS.
El ejército es acuartelado para evitar posibles disturbios el día del
procesamiento de Altamirano. Sin embargo, la Escuadra regresa a Valparaíso
en la mañana
del 11 de septiembre y la Armada toma la ciudad
rápidamente. Allende es alertado cerca de las 7 de la mañana y se dirige a La
Moneda, luego de tratar de ubicar a Leigh y Pinochet, lo que es imposible y le
hace pensar que Pinochet debe estar preso. El general Sepúlveda, director de
Carabineros le señala que se mantendrán fieles, pero Mendoza ha asumido como
Director General. Por otro lado, Pinochet llega al Comando de Comunicaciones
del Ejército y comienza a participar activamente del golpe. A las 8:42, las
radios Minería y Agricultura transmiten el primer mensaje de la Junta Militar dirigida por
Pinochet, Leigh, Mendoza y Merino, que solicita a Allende la entrega inmediata
de su cargo y la evacuación inmediata de La Moneda o será atacada por tropas de
aire y tierra. En ese momento, las tropas de Carabineras custodiando el Palacio
se retiran.
Allende decide
quedarse en el Palacio, mientras a las 9:55, llegan los primeros tanques al
Barrio Cívico enfrentándose a francotiradores leales al gobierno. La CUT llama a la resistencia
en los barrios industriales, mientras el Presidente decide dar una última alocución.
Dictadura
Militar:
El Plebiscito nacional de 1988 fue un referéndum
realizado en Chile
el miércoles 5 de octubre de 1988, durante el Régimen Militar. Este plebiscito se llevó
a cabo en aplicación de las disposiciones transitorias (27 a 29) de la Constitución Política de 1980, para
decidir si Augusto Pinochet seguiría en el poder hasta el 11 de marzo
de 1997.
Del total de
votos válidos,[1]
el resultado fue de 44,01% por el «Sí»
y de 55,99% por el «No» —del
total de votos escrutados, el «Sí»
obtuvo el 43,01% y el «No», el
54,71%—.[2]
El universo electoral habilitado para votar ascendió a 7 435 913 personas.[cita requerida]
Conforme a las
disposiciones transitorias de la Constitución, el triunfo del «No» significó la
convocatoria de elecciones democráticas conjuntas de presidente y parlamentarios al año siguiente, que
conducirían al fin de la dictadura y el comienzo del periodo conocido como transición a la democracia.
Transición a la
democracia:
Patricio
Aylwin recibió el mando de manos de Augusto Pinochet,
el 11 de marzo
de 1990
en el nuevo Congreso ubicado en la ciudad de Valparaíso,
dando inicio al proceso de Transición a la democracia.
En los inicios de
su gobierno, Patricio Aylwin debió trabajar en un sistema que mantenía
inamovibles muchos vestigios del Régimen Militar. Aunque la Concertación había
obtenido la mayoría de los votos en las elecciones parlamentarias,
debido al sistema binominal y la existencia de senadores
designados, no se podrían hacer las esperadas reformas a la Constitución y la administración local de las comunas
aún estaba en manos de personeros designados por el gobierno militar, los que
serían reemplazados tras las elecciones de junio de 1992.
Aylwin gobernó
cautelosamente, cuidando las relaciones con el ejército, donde Pinochet aún se mantenía como
Comandante en Jefe. El ejército, aunque había dejado de participar en el
gobierno, seguía siendo un importante actor político y manifestó su rechazo a
ciertas medidas del gobierno concertacionista a través de movimientos tácticos
como el "Ejercicio de
Enlace" y el "Boinazo",
en 1991
y 1992,
respectivamente.
En este contexto,
se constituyó la Comisión Nacional de Verdad y
Reconciliación destinada a investigar y esclarecer las situaciones
de violaciones a los derechos humanos durante los años del Régimen militar.
Dirigida por Raúl Rettig, la Comisión se enfrentó al rechazo
de las autoridades castrenses. Sin embargo, el informe de la
comisión fue dado a conocer a través de la televisión
por el Presidente Aylwin, el 4 de marzo de 1991, tras nueve meses de
trabajo. En su alocución, Aylwin dio a conocer los resultados del estudio,
pidió perdón a las familias de las víctimas en nombre de la Nación,
anunció medidas de reparación moral y material para estas y el deseo del Estado de
impedir y prevenir nuevas violaciones a los derechos humanos.
Durante su
gestión, Aylwin propuso crear modificaciones a las normas tributarias para
aumentar el gasto fiscal y mejorar la redistribución del ingreso, en momentos
en que la economía chilena seguía prosperando debido al aumento en las
exportaciones del cobre
y de productos agrícolas. Asimismo, durante su mandato, se
redujo la pobreza
de un 38,75% a cerca de un 27,5% y se promulga la Ley Indígena (Ley Nº 19.253 de 5 de octubre
de 1993),
que reconoce por primera vez a los pueblos indígenas
y que crea la Corporación Nacional de Desarrollo
Indígena (CONADI), organismo encargado de la promoción de políticas
que fomenten el desarrollo integral de estos pueblos. Igualmente, la Oficina de Planificación Nacional y
Cooperación (ODEPLAN) se transforma en el Ministerio de Planificación y Cooperación (MIDEPLAN)
y se crea el Fondo de Solidaridad e
Inversión Social (FOSIS) para fomentar las políticas
sociales, y con la promulgación de la Ley
sobre Bases Generales del Medio Ambiente (Ley Nº 19.300 de 9 de enero
de 1994),
que buscaba estructurar un marco para un ordenamiento
ambiental, se crea la Comisión
Nacional del Medio Ambiente (CONAMA), para
promover el desarrollo sostenible y coordinar las
acciones derivadas de las políticas y estrategias ambientales del gobierno.
En 1993, fueron realizadas
nuevas elecciones presidenciales
y se renovó la Cámara de Diputados y la mitad del Senado.
Eduardo Frei Ruiz-Tagle, hijo del mandatario homónimo y también democratacristiano, obtuvo
el 57,98% de los votos, la mayor votación en elecciones libre de la historia
republicana, mientras que el segundo candidato, Arturo Alessandri Besa, de la Unión por el Progreso (RN y la UDI), obtuvo el 24,41% de los sufragios.[105]
Frei, que asumió
el 11 de marzo
de 1994,
reinició las relaciones del país con el exterior, luego del cierto aislamiento
en que se estuvo durante el Régimen Militar. La economía se expandió aún más y
el crecimiento promedió un 8% anual durante los primeros tres años de gobierno,
lo que permitió el inicio de negociaciones con Canadá,
Estados Unidos
y México
para la integración al NAFTA y el ingreso como miembro asociado al Mercosur.
Chile además ingresó al Grupo de Río y a lo largo de la década logró
resolver los últimos litigios fronterizos con la Argentina
(Laguna del Desierto y Campos de Hielo Sur).
Además, se
inician las primeras gestiones para un tratado de libre comercio y de asociación
con la Unión Europea y, en 1994, Chile se convierte
en miembro de la APEC,
abriendo su economía hacia la cuenca del Asia-Pacífico, principalmente Japón
y China. La pobreza,
en tanto, continuó con su ritmo descendente y, en 1998, llegó al 21,7% de la
población. En tanto, diversas obras públicas fueron construidas a lo largo del
territorio y se inició el sistema de licitaciones que permitió la construcción
de las primeras autopistas de nivel internacional en el país.
Sin embargo, a
mediados de su mandato, comienza la crisis financiera asiática que afectará en
gran modo a la pujante economía chilena. Durante esos mismos años, el país
debió enfrentar importantes crisis ambientales: la alta contaminación
atmosférica en Santiago, el Terremoto Blanco de 1995 que asoló el sur de
Chile, las fuertes sequías de 1996 que impidieron la generación de hidroelectricidad y el corte del
suministro a las principales ciudades, las inundaciones de 1997 en la zona centro-sur
y el terremoto de Punitaqui en ese mismo año.
El crecimiento de
Chile se estancó (incluso el PGB disminuyó en un 1%) y la cesantía
comenzó a aumentar, superando el 12% (en 1997, se mantenía cercana
al 5%). Las decisiones erráticas del ministro Eduardo
Aninat y del Banco Central expandieron el efecto y la recesión
se establecería en los últimos años del gobierno de Eduardo Frei.
Al mismo tiempo,
una crisis política se inicia en el país tras la detención, en la ciudad de Londres,
de Augusto Pinochet, que en 1998 había asumido como senador
vitalicio tras abandonar la Comandancia del Ejército, debido a una orden de captura
internacional emanada del juez español Baltasar
Garzón por asesinato y tortura de ciudadanos de dicha nacionalidad durante su
gobierno. La detención de Pinochet supuso un bochorno para Chile, ya que en el
país ni siquiera había sido procesado por alguna causa. La postura oficial del
gobierno entonces fue que Pinochet debía regresar al país para ser juzgado por
los tribunales nacionales y no en España
o Suiza,
países que solicitan su extradición al Reino Unido.
En tanto, los partidos políticos de derecha apoyan fuertemente a Pinochet,
realizando manifestaciones en contra de su detención, en las embajadas
de España
y el Reino Unido
y se producen algunos enfrentamientos con simpatizantes de la Concertación, cuyos
partidos del ala progresista apoyan la reclusión de Pinochet.
Las gestiones de
los ministros de relaciones exteriores José Miguel Insulza y, posteriormente, Juan Gabriel Valdés, sufren avances y
retrocesos. La Cámara de los Lores revoca en noviembre de 1999 una resolución de un tribunal
que aceptaba la inmunidad diplomática de Pinochet como senador
y ex-Presidente. La ex Primera
Ministra Margaret Thatcher visita a Pinochet, que
comienza a sufrir de graves problemas de salud, y confiesa que Chile había
apoyado al Reino Unido durante la Guerra de las Malvinas (1982), conflicto en el que
Chile era neutral, lo que provocó reacciones de protesta de parte del gobierno argentino.
Aunque el gobierno de Tony Blair quería que se juzgara a Pinochet,
los exámenes neurológicos verificaban la gravedad del estado de salud de
Pinochet. Para evitar que el general muriese en Gran Bretaña,
Jack Straw, ministro de Relaciones Exteriores
de Blair, decide liberar a Pinochet el 2 de marzo
de 2000
por "razones humanitarias". Pinochet regresa a Santiago
el día 3
y se levanta de su silla de ruedas y levanta su bastón en forma victoriosa,
caminando unos metros
en la pista de aterrizaje del Aeropuerto, irritando a los políticos que estaban
en contra de su traslado.
Durante esos
años, la derecha aumentó su apoyo de la mano de Joaquín Lavín, alcalde
de Las Condes
y una figura relativamente nueva en el ámbito político y que logra acercarse al
electorado popular. Aprovechando las deficiencias de los gobiernos de la
Concertación en el período de crisis, Lavín logra poner en jaque al candidato
oficialista Ricardo Lagos, uno de los principales líderes
de la izquierda concertacionista durante la época del plesbiscito, precandidato
presidencial en las dos oportunidades anteriores y ministro de Obras Públicas
durante el gobierno de Frei. Lagos fue nominado por la Concertación al derrotar
en primarias abiertas al democratacristiano Andrés Zaldívar por más de un 71% de los votos.
En las elecciones del 12 de
diciembre de 1999,
Ricardo Lagos obtiene un 47,96%, sólo 31 140 votos más que Lavín (con un
47,51%), mientras que Gladys Marín, candidata comunista, obtiene un 3,19%.La segunda
vuelta fue fijada para el 16 de enero de 2000; el comando de Lagos
se replantea e ingresa Soledad Alvear, ex ministra de Justicia de
Frei, como generalísima de campaña para acercarse al voto de centro.
Finalmente, Lagos es electo con un 51,31% frente a un 48,69% del candidato de
la UDI.
Ricardo Lagos
asume el gobierno el 11 de marzo de 2000 y debe enfrentarse a
las consecuencias de la Crisis Asiática, de la cual el país no se recuperaba, y
del Caso Pinochet. Entre sus prioridades destacan la puesta en práctica de la Reforma Procesal Penal y
la reducción de los niveles de cesantía. Sin embargo, en sus primeros años de gobierno, la
economía chilena no despega y los intentos de reformas del gobierno de Lagos no
son aprobados en el Congreso o no tienen resultados favorables, como la reforma
de la salud.
Durante el año 2001, el conocimiento de
casos de corrupción relacionado con la venta de
revisiones técnicas en Rancagua, en el que se ve involucrado un subsecretario del
gobierno y algunos parlamentarios de la Concertación, genera una espiral de
acusaciones al gobierno de Ricardo Lagos, especialmente en relación al
Ministerio de Obras Públicas (Caso MOP-GATE,
principalmente). La administración de Lagos comienza a tambalear, especialmente
tras las elecciones parlamentarias de ese año que dan como resultado casi un
empate técnico entre la Concertación y la Alianza por
Chile.
El gobierno pasa
por su peor crisis durante el año 2002 y comienzos del 2003, donde debe enfrentar
un sinnúmero de críticas por la administración, pero los avances del gobierno
en política exterior permitirían su repunte. Las cifras macroeconómicas
comienzan a mejorar, las que se ven potenciadas por los tratados de libre comercio con la Unión Europea,
Corea del Sur
y Estados
Unidos, gestionados por el gobierno anterior y sellados por Alvear.
Estos elevan la capacidad exportadora del país, recuperando Chile el
crecimiento que tenía la década anterior, aunque no se logran paliar las cifras
de cesantía (que bordean el 8%) y la desigualdad en el ingreso no varía
sustancialmente. A esto se sumó el ingreso de Chile como miembro del Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas, lo que enfrenta al país respecto de apoyar o no a Estados
Unidos en sus planes de invadir Irak; Lagos, pese a la
presión ejercida por el gobierno de George W.
Bush, da un importante gesto de autonomía al rechazar la propuesta
tal como lo esperaba la mayoría de la población. A comienzos de 2004, Lagos debe enfrentar
públicamente al Presidente de Bolivia, Carlos Mesa,
luego de que éste exigiera una salida al mar para su país considerando la
precaria situación económica y política que vivía el país, y luego enfrenta
otros problemas con Hugo Chávez y Néstor
Kirchner. El fuerte emplazamiento al presidente boliviano y la
actitud utilizada frente a los otros mandatarios fueron reconocidos por la
opinión pública chilena, aumentando rápidamente la valoración positiva de
Ricardo Lagos, logrando cifras cercanas al 65% de apoyo hacia el final de su
mandato.
La crisis que
hacía presagiar incluso un fin abrupto del gobierno desaparece y la
Concertación comienza a resurgir. Los pronósticos que daban a Joaquín Lavín
como seguro vencedor de las próximas elecciones presidenciales comienzan a
variar sustancialmente con la arremetida de dos ministras, Soledad Alvear y Michelle
Bachelet. Bachelet, que había asumido originalmente el Ministerio de
Salud, pasa el año 2002
al Ministerio de Defensa Nacional, siendo la primera mujer de Latinoamérica
en ostentar dicho cargo. Durante su administración, las relaciones
cívico-militares comienzan a recomponerse tras años de deterioro desde 1973. Bajo el mandato del
general Juan Emilio Cheyre, el ejército reconoce las
violaciones a los DD.HH. y el Gobierno entrega los resultados de la Comisión
Valech sobre tortura durante el Régimen Militar. En tanto, Pinochet
es procesado por diversos casos de violaciones a los derechos humanos, pero es
sobreseído por su diagnóstico de demencia senil. Durante el año 2004, investigaciones en
Estados Unidos demostrarían que Pinochet guardó varios millones de dólares en
el Banco Riggs
y, en 2005,
sería detenido por evasión tributaria y falsificación de material público. La
situación judicial de Pinochet, la normalización de las relaciones con el
Ejército y la promulgación de una serie de reformas constitucionales
en 2005
que eliminan los últimos vestigios de la dictadura, han sido considerado como
algunos especialistas como el fin del período de la Transición.
El gobierno de
Lagos se caracterizó en un amplio desarrollo de obras viales, creándose las
primeras autopistas urbanas del
país, nuevas líneas del Metro de Santiago, el Metro de Valparaíso, la inauguración del nuevo Biotrén.
En la política, se produce un descenso en el apoyo a la Alianza,
aparentemente tras el bullado Caso Spiniak,
lo que permite una recuperación del oficialismo, demostrado en los resultados
de las elecciones municipales del
31 de octubre
de 2004
(47,9% para la Concertación y 37,7% para la Alianza en la elección de concejales).
Las figuras de Alvear y Bachelet comienzan a aumentar su respaldo en encuestas
y, a comienzos del año 2005,
ambas aventajan a Lavín, el candidato de la Alianza. La Concertación decide un
proceso de primarias entre sus dos candidatas, mientras en la Alianza comienzan
a surgir voces disidentes con respecto a la candidatura de Lavín, las que
finalmente desembocan en la designación de Sebastián Piñera como candidato de Renovación Nacional, el 14 de mayo.
Ante el bajo respaldo en las encuestas sobre las primarias, Alvear declina su
candidatura, por lo que Bachelet es electa como representante del conglomerado
oficialista.
Bachelet corre
como favorita, pero con el transcurso de los meses, Piñera comienza a tomar
ventaja y finalmente supera levemente a Lavín en las elecciones presidenciales
del 11 de diciembre. Aunque la Concertación logra
en las elecciones parlamentarias
por primera vez una mayoría en ambas cámaras, su candidata a la primera
magistratura obtiene un 45,96%. Debido a esos resultados, Piñera y Bachelet
debieron enfrentarse el 15 de enero de 2006 en una segunda
vuelta, en las cuales Bachelet recuperó gran parte de su electorado fugitivo de
la primera vuelta, siendo electa con el 53,5% de las preferencias. Asumió el
cargo de Presidenta de la República, el 11 de marzo
de 2006,
convirtiéndose en la primera mujer en ostentar dicho cargo en el país.